intenciones para el 2020

9 may 2020

Como siempre, el ejercicio ininterrumpido, inalterable: acá estamos, lo logré. Podríamos situar el comienzo en una tarde calurosa de enero o, quizá, un mes antes, en el gélido invierno. En este patrón que se desdibuja de a ratos, hay solo una certeza: estoy sanando. 

2019 ha sido un año rojo, rojísimo, que amenaza con diluir estos últimos rastros de cordura. Me mantengo resiliente, sabiendo que eventualmente el fuego va a ceder. La casa incendiada, el corazón en cenizas: cuánto queda por construir en esta llanura inhabitable. Así, transito los ecos del dolor, pongo ungüento en las cicatrices. 
Sabés, las temporalidades ya no me asustan como antes. El devenir mixto-mutante se acerca, yo abro esas ventanas: Bienvenido. Los indicios son claros, hay un permanente perecer que se trenza con la vida. Aquí estoy, perdiendo el miedo, abrazando todos los claroscuros. Hay una dimensión que se cuece, oculta, y yo comienzo a vislumbrarla. El sabor es amargo y mi estómago se anuda: me gustaría que estuvieras acá.
La vulnerabilidad, nuevamente, es puesta en el centro de la escena. ¿Debería pedirte que cuides esto que te entrego? Hay muchos Otros, yo solo le pido al universo que bailen esta noche conmigo. Me muerdo los labios, ojalá sintiera frío, ojalá el adentro se congelara. No puedo: vuelvo a ser yo el fuego que consume todo lo que está a su paso. No volveré a tener piedad. Las promesas eventuales se deshacen, sé que el cariño me derretirá. Me gustaría la cara de poker, la impoluta tranquilidad; mas son relatos ajenos, yo soy las llamas que encienden, que prenden, que destruyen. 
Es el desastre contenido lo que me permite contar las historias. Es la eterna decisión consciente, los esfuerzos para domar las chispas que me dan vida. Soy jinete de un presente apocalíptico, me dirijo hacia el diluvio, espero divisar una ramita de olivo. Fueron siete los años, el fuego nunca amenazó con extinguirse. 
Todas las catástrofes hacen eco. Es esta mi piel, aquí yacen viejos cauces que vi secarse. El desierto se presenta inhóspito y las proyecciones infinitas se deshacen al sol. A lo lejos me veo niña, como pude ser antes de la tristeza. Me gustaría poder cuidarme, alejarme del dolor que se vaticina. La sensación que permanece es la de una infancia apurada y una adolescencia fugaz. 
Quizá los próximos trescientos sesenta y seis días permitan que oriente la mirada a lugares más calmos. Nada nos asegura un remanso para detenernos, yo elijo creer en una ínfima posibilidad.


recapitular (los 21 son un viaje)

28 abr 2018

Siempre la dicotomía quedarme-irme, siempre eligiendo huir. El temor, las ideas acaloradas, las discusiones hasta que el sol se esconde. Sí, me gustaría quedarme, ser una voz, empezar a entender cómo funciona ese micro-mundo. Pero también deseo escapar, reformularme, inventarme unos ojos nuevos para poder volver a mirar.

quedarse

carta a un beso fugaz

3 sept 2017

Empezás a hilvanar una reflexión sobre alguna vaguedad y yo escucho embelesada. Bendita tu boca que siempre sabe qué decir. Cortás el silencio, lo destruís con historias olvidadas. No estamos solos pero hemos creado una suerte de universo alterno en donde estamos los dos. (y estamos tan cerca)

otro round (el juego de los 20)

31 ene 2017

Te lo dije, he crecido. Dos mil diecisiete es mi año, todo azul brillante, esperando a que me anime a jugar. Ambos lo sabemos, este es otro round. Y yo estoy preparada: ya soy una mujer. Vos lo has dicho, hoy soy otra. Los monstruos de la infancia se han quedado en el placard, voy liviana de equipaje.

cometa el error (anímese)

16 oct 2016

cometa el error de quererme
acérquese y enamórese despacio
casi como cerrando los ojos

no me olvidé de vos