Estamos vivos, siete de
la mañana en la terraza de algún edificio. Amanece. Tenés sueño, rechazás el
café. Te miro y sonrío, a quién le importa si vos te das cuenta. Sos tan fuera
de lo común, tan divinamente humano y no puedo evitar quererte.
Somos pequeñas escenas
interrumpidas.
Que nadie nos deje querernos. Cuánto mal nos
podríamos hacer.
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