Lejos del cielo urbano y otras tantas delicias, caen las máscaras. Asoman los verdaderos rostros, mezcla de asombro y rebeldía, duendes valientes que desafían a un sistema inventado. Dignos de una foto, capturar el momento y detenerlo, volverlo a ver (loop infinito, no nos permitamos olvidar). Tout va bien y seguimos, inmersos en un technicolor tan dulce. Nos reconocemos en estas nuevas formas, en el baile de sombras, en esta oscuridad luminosa. Somos jóvenes insatisfechos, en busca de una estrella polar o las respuestas a preguntas jamás formuladas. Y nos escondemos en guaridas lúgubres, altillos llenos de polvo; yacemos ocultos, queremos ser misterios formidables, colores desconocidos, descubrir que no estamos tan solos en esta jungla de vidrio.
Pero estamos solos. Emperadores sin trajes ni máscaras, aunque llenos de poder. Un poder que no es más que una chispita de revolución encadenada, and yet… Son las sonrisas cómplices, las palabras encontradas, el paso en común, and yet… Las risas son solo risas y las rebeliones son sofocadas, vos sabrás. It’s such a pity y nosotros estamos aquí, casi sin ser. Jugamos a dejar las ilusiones de lado, conocer la verdadera piel o saborear la última esencia. Sin ser.
Cómplices o no, terrazas de por medio, vasos de plástico y champagne caro; todavía somos pueblo imitando a esa-gente-fina. Las historias siguen en nuestros paladares, esperan el momento para surgir entre el ruido y las estrellitas. De dónde somos, de dónde surgimos, polvo intergaláctico y meteoros ancestrales, vida. Y qué hacemos acá, personas de humo, dubitativos, motivos filosóficos baratos. Pero somos tan felices, la dicha es dulce y el dolor se llena de flores.
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